Si yo hubiese sabido

Si yo hubiese sabido que aquella sería la última vez en abrazarte
No me habría soltado de tu cuerpo, y te hubiese hasta el cansancio retenido
Y encaprichado y atado al lóbrego miedo de perderte al momento de soltarte
Te habría entre mis brazos dejado, junto a mí, hasta la consciencia haber perdido.


De saber que esa vez mis oídos escucharían tu tierna voz suspirarme
El último canto de tu vida a mi persona dedicado, de tu ser, tu alma,
El concluyente aliento de tu voz en acariciarme, en alegrarme, llenarme…
De saber que era el último, habría regocijado de tu murmullo con calma.

Si de aquella mirada tan cansada, tan dulce, que con nostalgia me ofreciste
Hubiese supuesto que la última sería, que ya nunca tus ojos jamás
Me verían, mi rostro, que con gran tristeza y extrañando el fiel pasado, miraste
Hubiese reflejado el amor consagrado que en antaño te cedía sin más.

Las palabras que escuchaste aquella noche, de saber que serían las finales
Las que de mí te llevarías en tu largo camino de ahora en adelante
A acompañarte en tu destino que te llevará lejos de mí, por los caudales
Distantes del tiempo, habría expresado sin vacilo mi amor a ti, que es bastante
Que nunca se limitó, ni por la apatía de burdos caprichos pasionales
Ni por tu partida, que a pesar de tal, mi corazón de ti sigue rebosante.

El rey ha muerto, ¡Larga vida a Fullmetal alchemist!

A principios del mes de junio del año 2010, la revista Shonen Gangan publicó en su número mensual lo que fue el capítulo que finiquitó una de sus series más aclamadas. Me refiero ni más ni menos que a Fullmetal Alchemist. Así es, finalmente, luego de 9 años de espera, los seguidores de esta obra maestra de Hiromu Arakawa conocimos el desenlace de este manga que se ha robado el corazón de bastantes otakus alrededor del globo. Muchos de nosotros nos reimos a carcajadas con las ocurrencias de Edward Elric, el alquimista nacional más joven en toda la historia de Amestris (una nación militar que se dedica a expandir su territorio a base de masacres y usando a los alquimistas como su carta del triunfo); lloramos ante muertes entrañables como la de Nina, la hija de un alquimista nacional, quien la convirtió en una quimera en su desesperado anhelo de renovar su licencia, y nos conmovimos por las desgracias que Ed y su hermano menor, Alphonse Elric, tuvieron que vivir en carne propia desde aquel día en que, por haber ignorando la advertencia de no meterse en el terreno de Dios, intentaron darle reversa al ciclo natural de la vida tratando de revivir a su madre y fracasando rotundamente.
Los muertos no pueden volver a la vida, esa fue la primer dolorosa lección que aprendieron en la resurreción fallida de su madre. Habiendo perdido parte de sus cuerpos como pago de su pecado (Ed, su pierna, y su brazo como pago para sellar el alma de Al, quien había perdido todo su cuerpo, en una armadura), ambos se aventuran a encontrar el método para recuperarlos.
Sin mirar atrás, el día en que Edward logra convertirse en un alquimista del estado, a su joven edad de 12 años, prendieron fuego a su casa como señal de que de ahora en adelante no habría marcha atrás hasta haber alcanzado su objetivo. A través de ellos conocimos los múltiples problemas en los que vivían los habitantes de su país: el constante miedo a las acciones bélicas de una milicia autoritaria y déspota, el como sus habitantes se las apañaban para salir adelante a través de sus sueños y esperanzas. Conocimos a varios personajes que se involucraron con los hermanos Elric y descubrimos a su vez que ellos también sufrían por la situación de su nación y luchaban por enmendar sus errores y sacar adelante a su país. Aprendimos sobre hasta donde pueden llegar los humanos por realizar sus ambiciones, olvidandose a veces de sí mismos y del valor del prójimo; otras veces aprendiendo la importancia y el valor del mismo. "Uno es Todo, Todo es Uno", el fluír eterno de la existencia que los alquimistas aprenden a dirigir. la busqueda de justicia en un mundo que nació a partir de la inmundicia y el egoísmo. El ferbiente deseo de dos simples humanos que unicamente querían enmendar su pecado.

Sin duda, FMA pasó a marcar un antes y un después en la historia del manga/anime, un pivote que servirá de esquema para muchos shonens venideros del siglo XXI. Este no es el final, sólo es un inicio, las obras de un rey comienzan a dar frutos cuando su reinado cede el paso a nuevas generaciones, quienes serán las que carguen con lo logros de su antecesor. FMA prevalecerá como un pilar de la cultura akiba kei por lo que le quede de historia a ésta. Es por eso que, pese a mi tristeza de saber que ya no volveré a leer los arrebatos de ira de un Ed frustrado por su estatura, los sarcasmos e ironías de el coronel Roy Mustang, la filosofía altanera de Greed, la nobleza de Alphonse, la busqueda de Scar por reencontrar una razón para la cual continuar viviendo; continuaré con una sonrisa, orgulloso y contento de haber conocido y seguido esta obra y gritaré a todo pulmón que, finalmente:

¡El Rey ha muerto! ¡Que viva el Rey! ¡Que viva Fullmetal Alchemist!
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